Cultura

Literatura y música
Andalucía es una de las comunidades autónomas que más prestigio ha dado a las letras españolas. Con la lengua latina ya se hacen sentir en Roma sabios y poetas oriundos de la Bética. Son los casos de Séneca, uno de los grandes pensadores del estoicismo, y del poeta Lucano, ambos nacidos en Córdoba.

En el tránsito a la Edad Media sobresale la figura de San Isidoro de Sevilla, erudito que da continuidad a la corriente clásica y cuya influencia es decisiva en la cultura europea medieval y en los primeros tiempos de Al-Andalus. Su libro Etimologías fue un texto pedagógico hasta bien entrado el siglo XVIII.

Tras la llegada de los musulmanes se hace patente la distancia entre la cultura andalusí y la del resto de Europa. A través de Al-Andalus entra en el continente la cultura y la ciencia oriental y, con ellas, la recuperación de los grandes textos de la Antigüedad clásica. Andaluces fueron Averroes, introductor del pensamiento aristotélico en Occidente, y Maimónides, una de las más brillantes figuras de la filosofía judía. En territorio andalusí nace también una de las manifestaciones poéticas en lengua romance más antiguas de la Península Ibérica, las llamadas jarchas.

La expansión de la cultura escrita se acelera en los siglos XV y XVI, con el final de la conquista cristiana y el impulso de la imprenta. El sevillano Antonio de Nebrija elabora la primera gramática de la lengua castellana. Surgen poetas de expresión renacentista -Juan de Mena, Fernando de Herrera- y también narradores como Mateo Alemán y Vicente Espinel, que inauguran un género de gran arraigo en las letras españolas: la novela picaresca.

Entre el XVI y XVII, el apogeo del deslumbrante barroco andaluz encuentra su mejor exponente literario en el poeta cordobés Luis de Góngora, cuya gran riqueza expresiva entroncará tiempo después con la Generación del 27. En el XVIII, y pese a la decadencia en la que Andalucía se halla, aparecen algunos autores notables ligados a la Ilustración, como José Cadalso.



Gustavo Adolfo Bécquer será la figura central del siglo XIX y del romanticismo español. La voz de este poeta sevillano revitaliza el panorama de la lírica y a su lado comienzan a formarse grupos que investigan y recuperan las producciones populares andaluzas, sobre todo la música y la danza flamenca.

El siglo XX ofrece una larga nómina de creadores, artistas e intelectuales. Al genio de Picasso en la pintura, de Falla y Turina en la música o de María Zambrano en la filosofía, se añaden literatos de la talla del Nobel Juan Ramón Jiménez o de los hermanos Manuel y Antonio Machado. Esta auténtica época dorada, que parte del modernismo y de los peldaños iniciales de las vanguardias, alcanzará su culmen en la Generación del 27, a la que Andalucía aportará sus principales poetas: García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda y Vicente Aleixandre, entre tantos otros. Extraordinariamente dotados, inquietos y curiosos, fraguan una nueva imagen de Andalucía, moderna y a la vez profundamente arraigada en sus tradiciones.

Después de la Guerra Civil, el vigor de la literatura andaluza proseguirá con nombres ligados a la llamada Generación del 36, como Luis Rosales o José Antonio Muñoz Rojas, y se mantendrá hasta nuestros días con autores como Alfonso Grosso, Vicente Núñez, Carlos Edmundo de Ory, Pablo García Baena, Caballero Bonald, Francisco Ayala o Antonio Muñoz Molina.

Junto con ellos, destacados creadores de otras disciplinas completan el panorama cultural andaluz de nuestros días: Luis Gordillo, Carmen Laffón y Guillermo Pérez Villalta en pintura; Salvador Távora y José Luis Gómez en el teatro; Benito Zambrano, Alberto Rodriguez y Santi Amodeo en el cine; Carlos Pérez Siquier y Manuel Falces en la fotografía; o el barítono malagueño Carlos Álvarez en la ópera, son sólo algunos ejemplos.


La música contemporánea tiene en los compositores Manuel Castillo y José María Sánchez-Verdú dos de sus principales representantes andaluces, mientras que en el mundo del flamenco sobresale la innovadora aportación de artistas como Camarón de la Isla, Paco de Lucía, Enrique Morente, David Peña Dorantes o Raimundo Amador.

El flamenco obtuvo el 16 de noviembre de 2010 su máximo reconocimiento internacional con su inclusión en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Esta organización de las Naciones Unidas subrayó con su decisión la importancia que para Andalucía supone contar con una cultura musical propia que traspasa fronteras, algo que pocas regiones en el mundo pueden ofrecer. De igual modo, destacó la doble vertiente del flamenco como una creación popular y como una actividad profesional basada en una disciplina artística exigente y compleja, cada vez más presente en los teatros de todo el mundo.

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